Hay que tomarse la sopa para crecer

Mi hija se llama Ana y, a diferencia de Mafalda, AMA LA SOPA. Si por ella fuera tomaría sopa en pleno enero con 35 grados a la sombra. Si le preguntás qué quiere comer, su primera opción es sopa. Y si le decís que sí, entonces con mucho entusiasmo agrega, “¿Puede ser sopa de letras?”

Es que si la sopa le gusta a Ana por su sabor, la de letras es su preferida porque además de rica es DIVERTIDA. La sopa de letras le plantea a Ana la posibilidad de jugar. Cuchara a cuchara, descubre un mundo de juego, de aprendizaje.

Al servirle el plato, Ana lo mira con detenimiento para encontrar las letras de su nombre que por suerte tiene solo 2 letras para buscar: A y N. Debo admitir que mi mente adulta ha agradecido en más de una ocasión que no se llame Guadalupe.

Una vez que descubre su nombre, una vez que “se descubre en la sopa”, empiezan los desafíos: ¿a ver si encontrás el nombre de un animal? ¿y el de papá? ¿ves una X en algún lugar? Y así a medida que Anita aprendió a leer y escribir, los juegos se fueron complejizando. ¿Podés escribir Argentina? ¿A ver quién encuentra más rápido “alfombra”?

Pero la sopa de letras no es un terreno fácil de explorar, ¡se mueve todo el tiempo! Cuando crees que encontraste la “X” y metés la cuchara para pescarla, la maldita desaparece. Ni les cuento lo difícil que es atrapar una palabra completa… Por suerte en casa somos 5 y juntos hemos podido desarrollar sistemas complejos para cazarlas, combinando varias cucharas y moviéndolas con cuidado todas juntas. Así y todo, fueron más los fracasos que los logros en la pesca aunque nos vamos perfeccionando con el tiempo.

Un día la sopa vino más compleja que de costumbre. Muchas W. muchas Z… Bastante frustrante a primer vista para el español. Pero de repente, mi hijo Simón tuvo una idea que cambió el juego: ¡busquemos palabras en inglés también! WOW… un mundo nuevo se abrió. De repente el universo de palabras disponibles se había multiplicado. Logramos sacar varias cucharadas bilingües también. Todo un logro.

No importa cuántas veces tomemos sopa de letras, nunca nos cansamos de explorar y jugar. Y para sorpresa de todos, el juego NUNCA es igual.
VIVIMOS NAVEGANDO SOPAS DE LETRAS.

Hoy vivimos en un contexto que cambia constantemente. Cuando creemos que entendimos, nos volvemos a sorprender. Un contexto que describimos como volátil, incierto, complejo y ambiguo. La sopa de letras perfecta.

La buena noticia es que tenemos dos maneras de mirar el contexto o nuestra sopa de letras:
Podemos intentar ordenar, catalogar, poner límites, diseñar planes, despejar todas las dudas antes de avanzar, analizar todos los escenarios que creemos posibles, pero siempre va a existir la posibilidad de que nos falten letras, o nos encontremos sin suficientes vocales.

Una idea podría ser congelar la sopa en cubitos y entonces las letras no podrían moverse… al menos por un rato. Pero seguramente, las posibilidades de armar palabras quedaría bastante acotada y así, y todo, en un plazo de tiempo el cubo de hielo se derretiría y bueno, CAOS.
O podemos, como Ana, enfocarnos en las miles de posibilidades que esconde la sopa y dejarnos sorprender, desafiarnos, divertirnos, aprender de otros, descubrir.

Podemos ver la sopa como una gran desorden que nos abruma y paraliza o podemos elegir mirarla como un mar de posibilidades. ¿De qué depende? Del mindset o mentalidad con el que miremos.

Por Paula De Caro, socia de OLIVIA Argentina.